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Historias de Aventureros (I): Freya Stark, la dama de Oriente

Freya Stark fue una de esas personas con un afán de conquista salvaje. Fue una de las primeras mujeres que se atrevió a dejar su zona de confort. Se jugó el tipo por ver paisajes que pocos habían visto, atravesando océanos y desiertos para lograrlo. Eso la convirtió en una exploradora notable y en una escritora excepcional.


Pero empecemos por el principio. Freya nació el 31 de enero de 1893 en Paris. De madre italo-germana-polaca y padre inglés, llevaba la vida nómada en sus venas. Su amor por los viajes y el ansia de descubrir nuevos lugares no hizo más que incrementarse con el tiempo. En sus memorias contaba que empezó a soñar con viajar a Asia cuando le regalaron un libro de las mil y una noches cuando aún era pequeña. Y vaya si cumplió con la promesa que se hizo siendo niña. Fue una de las primeras personas no árabes en recorrer gran parte de oriente medio y el desierto Arábigo.

 

 

Pero, lo cierto es que, no lo tuvo nada fácil. Pasó más de una adversidad para llegar a ser conocida como la gran exploradora y aventurera que es hoy día. Quizá sus infortunios empezaron con una visita a la fábrica de su padrastro tras el fallido matrimonio de sus padres. La suerte quiso que se le enganchase el pelo en una de las máquinas de tejer del taller, con catastróficos resultados. Perdió la oreja derecha, una ceja, el párpado, la piel de la sien y parte del cuero cabelludo. Secuelas que la cirugía no pudo corregir. Su imagen característica pasó a ser la de una mujer con el cabello cubriendo el lado derecho de su cara. También usaba sombreros para disimular las cicatrices, pero eso no hacía más que aumentar el aire romántico de explorador que todos tenemos en la cabeza.


Así pues, continuó su vida y se graduó en la escuela de estudios orientales de Londres. Y poco después del fallecimiento de su madre se embarcó rumbo a Beirut (Líbano), donde comenzaría su aventura. En un principio, la idea que impulsó el viaje fue mejorar su árabe. Pero eso cambió al conocer a los drusos. Esta minoría religiosa, que habita algunas zonas de Oriente Medio, estaba envuelta en una revuelta en Siria. Como su filosofía no era ni cristiana ni musulmana, sino una mezcla de ambas, era considerada herejía. Freya rápidamente simpatizó con su causa y cambió sus planes de viaje.

 


Así pues, puso rumbo a Damasco (Siria)… para caer enferma de disentería por las pulgas a su llegada. Fue un mal comienzo, pero esto no detuvo sus andanzas. Sin poder sacarse a los drusos de la cabeza, se repuso y siguió adelante con su búsqueda. Junto a su amiga Venetia Buddicom, el guía Naim y dos mulas, se adentró en el desierto druso. Y no es poca cosa. En aquella época, el desierto estaba bajo control francés debido a los levantamientos y estaba prohibido adentrarse en él. Fueron por caminos secundarios e intentaron cubrir su rastro, pero los militares franceses acabaron pillándolas. Dijeron que la guía de Thomas Cook que llevaban estaba equivocada, pero como os podéis imaginar, no coló.  Las tomaron por espías británicas y las encarcelaron tres días. Pero poco más pudieron hacer y al final las dejaron irse.


Y lo que son las cosas, de vuelta a Damasco consiguieron desviarse lo suficiente para pasar por Qanawat, ciudad donde residía el líder espiritual druso. Este le concedió audiencia y, junto a la noticia de su detención, hizo que su fama estallara por toda Europa.


Una vez terminado este viaje, volvió a Italia solo para caer en cama por una ulcera de colon que la dejó bastante afectada. Pero como ya estaba acostumbrada a contratiempos en torno a su salud, en lugar de lamentarse, aprovecho para estudiar sobre la secta de los asesinos. Si conocéis el videojuego de Assassins creed os sonarán. Descubrió que esta secta era famosa porque sus seguidores, los hashashin, consumían hachís. De hecho, Hassan, el líder de esta secta, ordenó crear un jardín de una belleza sin igual. Contaba con fuentes, frutos y estaba poblado de las huríes más hermosas. Se contaba que Hassan invitaba a sus seguidores al jardín, y cuando estaban saciados de todo lo que pudiera ofrecerles, les decía que solo podrían volver al jardín si morían en combate contra sus enemigos. Tal fama alcanzó la secta por su ferocidad, que la palabra hashashin sería la raíz de la palabra asesino. No obstante, la historia de esta secta terminó cuando Gengis Khan comenzó a expandirse por el territorio y a tomar una por una sus fortalezas.

 

freya stark
Recuperado de http://grandesexploradoresbbva.com

 

Y, como os estará pasando a vosotros ahora, a Freya le fascinó tanto la historia, que empezó a preparar el viaje a la que fue la fortaleza principal de los asesinos en Alamut (Irán). Como en ese momento, el valle donde se encontraba era propiedad privada, tuvo que conseguir permiso del dueño para entrar. Eso le valió muchas miradas de los moradores locales, que nunca habían visto a una mujer occidental. Pero la decepción no tardó en llegar. Cuando llegó no quedaba rastro ni de los asesinos ni de la fortaleza, más allá de unas pocas ruinas. Aunque aprovechó el viaje para hacer mapas de la zona y escribir un libro, lo que la llevaría a obtener la condecoración más alta de la Royal Geographical Society. Intentó encontrar un castillo que hubiese resistido la furia de los mongoles, pero solo consiguió cruzarse con la disentería, que la dejaría en coma un mes. Como ella misma decía, «si hay algo insano en la zona, vendrá hacia mí».


Tras recuperarse de este viaje, sus ansias de explorar no se acabaron, y se decidió por una nueva aventura. En esta, trataría de seguir los pasos de la reina de Saba. Y aunque cayo enferma de sarampión en un campamento, continuó su viaje por Oriente Medio y conoció mejor al pueblo beduino, rechazando sus prácticas esclavistas. Esta etapa de su viaje terminó cuando le dio una angina de pecho, dejando sin descubrir el tesoro por el que emprendió el viaje.


Después, llevó a cabo algunos otros viajes, como el de buscar el puerto perdido de Canáa. Pero tras sentirse desfallecer por el dengue (porque si, en sus otras aventuras menos importantes también cayo enferma), estalló la Segunda Guerra Mundial. Aquí, comenzaría una aventura diferente para ella. Se puso al servicio del Ministerio de Información británico gracias a su conocimiento de la lengua árabe y de la cartografía de la zona. Convirtiéndose así en una pieza clave para los servicios de inteligencia. De hecho, sus conocimientos ayudaron a parar el avance del eje en la zona.


Por desgracia, un golpe de estado pronazi la pilló desprevenida en Bagdad (Irak). Pero después de haber superado tantas adversidades como había hecho, esta solo se convirtió en una más que añadir a la lista. Consiguió provisiones y organizó conciertos y charlas en la embajada de Reino Unido hasta que la ciudad fue finalmente liberada por los británicos.


Una vez terminada la guerra, y con las amistades que había cosechado en Palestina, se interesó por su causa, lo cual la llevo a acusaciones de antisemitismo. Decidió dejar el mundo de la política y volver a su gran pasión, los viajes. Con 75 años, emprendió el último de su vida a Afganistán. Pero no fue allí donde terminarían sus días, pues siguió escribiendo desde su retiro en Asolo (Italia) hasta unos meses después de cumplir 100 añazos.

 

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Recuperado de The Educated Traveller


Freya fue una persona que se enfrentó a muchas adversidades a lo largo de su paso por este mundo, pero ninguna consiguió frenarla en su ruta. Salió más reforzada y con nuevas ideas para continuar el increíble viaje que fue su vida. Todo un ejemplo de superación y de cómo en ocasiones las adversidades nos impulsan hacia adelante. Cuando vivas y viajes sé valiente y no te detengas, sé como Freya Stark.

 

 

La imagen de portada ha sido recuperada de: The Idle Woman

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2 comentarios en “Historias de Aventureros (I): Freya Stark, la dama de Oriente”

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