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Historias de Aventureros (II): Roy Chapman, el señor de los dinosaurios

Roy Chapman Andrews fue ese tipo de personas que inspira historias incluso años después de su muerte. Era el perfecto cliché que todo explorador quiere imitar. De hecho, no es casualidad que inspirara a uno de los más famosos aventureros de la ficción, Indiana Jones. Pero ahora, seguro que te estarás preguntando «¿Qué hizo este señor para ganarse esa fama?» Pues no dejes de leer y comencemos con la fantabulosa historia de Roy Chapman Andrews.

Nacido en Wisconsin en el año 1884, su pasatiempo favorito, aun siendo niño, era explorar los frondosos bosques y campos de la América del norte. Según fue creciendo, su amor por la biología y el naturalismo creció, llegando a graduarse en una rama de la zoología centrada en los mamíferos (la mastozoología, para los amigos). Su sueño era poder explorar sitios lejanos y desarrollar, a la vez, lo que había aprendido en la universidad. Es por ello, por lo que pensó trabajar en el Museo Americano de Historia Natural. El problema fue que no había vacantes para puestos como el que el ansiaba; así que, aceptó el trabajo de conserje esperando que, en algún momento, quedara libre una vacante.

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Y tras un tiempo apareció su primera oportunidad: el puesto de taxidermista del museo había quedado libre. Fue gracias a ese puesto que consiguió su primera expedición, recuperar los restos de una ballena varada en las costas de Long Island. Pese a que las condiciones meteorológicas no eran las ideales (hubo una fuerte tormenta que podía enterrar los restos), consiguió recuperar el cuerpo del cetáceo.

Después de este primer trabajo de campo, su pasión por los viajes y la exploración se hicieron aún mayores. Y como la paleontología, a fin de cuentas, está ligada con el naturalismo fue un área que también interesó al bueno de Roy. Es por ello, que convenció al museo para hacer una expedición a Asia en busca de mamíferos y homínidos prehistóricos. Es más, él creía que el origen del hombre se encontraba en Asia (quedarían aún años para encontrar a Lucy, el primer homínido, en África). Pero como esta expedición no era precisamente barata, tuvo que conseguir financiación externa al museo. Entre la gente más conocida que lo financió encontramos a Rockefeller o a William Colgate (sí, el de la pasta de dientes).

Esto llevó a Chapman a realizar hasta cinco viajes por zonas prácticamente desconocidas de Mongolia. Concretamente se centró en los acantilados de Bayazag, en el desierto del Gobi.

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No lo tuvo nada fácil, ya que a comienzos de los años 20 la zona era bastante más salvaje y estaba más despoblado de lo que lo está a día de hoy. Tuvo que dejar abandonados más de uno de los coches que llevaba por causas del terreno (no os pongáis nerviosos, también llevaba camellos). Luchó contra tormentas de arena y nieve, así como contra inundaciones. Y más de una vez, le toco desenfundar y usar el arma que llevaba al cinto debido a los ataques de los bandidos de la zona. Puede que no llevara látigo como Indiana Jones, pero el revolver no se lo dejaba nunca en casa, al igual que el mítico sombrero de fieltro.

Pero todas esas desventuras le permitieron hacerse con muchísimo material zoológico, paleontológico, geológico… De hecho, los mejores descubrimientos los hizo gracias a un golpe de suerte. Mientras se dirigía a la zona en la que quería excavar, se equivocó en el camino (no te fijas Roy, todos sabemos que deberías haber seguido por la tercera piedra del desierto a la derecha) y lo que encontró se sigue investigando hasta el día de hoy. Entre los diferentes hallazgos que encontró, se encuentran los primeros huevos de dinosaurio fosilizados, así como sus huesos. A él le debemos el descubrimiento de protoceratops (dinosaurios con cuernos) o de lo velocirraptores. ¿Os imagináis lo triste que sería ver Jurassic Park sin estos enormes pavos de 2 metros?

Por si sentís las ganas de ver esta zona, deciros que es posible, y que a día de hoy no necesitaréis un revolver como el de Roy. Los acantilados de la zona de Bayanzang, en Mongolia, son también conocidos como acantilados llameantes. A pesar de la escasez de bandidos, el sitio no ha cambiado prácticamente nada desde los tiempos de Chapman. Podéis encontrar sitios en la zona para alojaros e incluso un pequeño museo de dinosaurios. Bulgan es el asentamiento más cercano. Pero a más de medio día de camino a través del desierto, está Mandal Ovoo, el otro asentamiento cercano a los acantilados. Al ser un sitio tan apartado, esta es toda una ruta que lleva varios días y en la que tendrás que ir bien abastecido de agua y gasolina. Podéis encontrar excursiones y viajes con expertos que os irán mostrando los restos fósiles que aun hoy están sin extraer por la zona.  Además, el viaje puede ser aprovechado para ver algunas de las tribus nómadas yurtas que habitan por la zona. No son muy numerosas, dado que el sitio apenas tiene señales del paso del ser humano por la zona, pero por ahí andan. Algún día Chapman, algún día…

Pero volviendo a nuestro protagonista, Roy Chapman. Tras sus exitosas expediciones (hablamos en plural porque, aunque parece solo un viaje, eran necesarios permisos del gobierno chino y mongol, que a lo largo de los años paralizaron las excavaciones más de una vez, convirtiendo a la burocracia en su peor enemigo) llegó a convertirse en el director del museo hasta que se jubiló finalmente. Pasó sus últimos días en California, donde escribiría sus memorias, muriendo finalmente en los años 60 a la edad de 76 años. Y esa fue la vida de Roy Chapman Andrews, de conserje a director de museo, siendo la ruta que le llevaría de un punto a otro la mejor parte de su vida, la de viajero aventurero.

Si te gustan las historias de aventureros intrépidos, pásate por la primera entrega «Freya Stark, la Dama de Oriente».

Todas las fotos son propiedad del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York

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1 comentario en “Historias de Aventureros (II): Roy Chapman, el señor de los dinosaurios”

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