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Historias de Aventureros (III): Charles Darwin y el único gran viaje

Nuestro aventurero de hoy no necesita presentación. ¿O quizás sí? Y es que, todos le conocemos como el padre de la evolución, el hombre que descubrió el mecanismo de la selección natural de especies. Pero lo que no es tan conocido, es el viaje que dio origen a su descubrimiento. Te propongo una aventura al lugar que le ofreció a Darwin la posibilidad de conocer ese mundo totalmente distinto que la abriría las puertas al conocimiento. Fue allí, en un trocito de tierra en medio del océano Pacífico, donde el joven Charles comenzó su aventura. 

Pero antes, debes saber que Charles Robert Darwin, un joven británico de familia acomodada victoriana, no siempre destacó como buen estudiante de ciencias. Primero quiso seguir los pasos de su padre y se trasladó en 1825 a la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina. Pero no era algo para él. La sangre, las disecciones anatómicas y las operaciones le hacían perder los nervios y ponerse blanco. Viendo que el joven Darwin no tenía futuro en esa profesión, su padre, Robert Darwin, pensó una salida para la vida de su hijo. Se le ocurrió que ser clérigo de la Iglesia anglicana era una buena opción; tranquila y estable. En 1827 se trasladó a la Universidad de Cambridge para probar suerte con los estudios de sacerdocio. Pero tampoco le fue muy bien al joven y desorientado Darwin. Las clases de teología y filosofía no conseguían atraer su atención y prefería aprovechar las horas rodeado de diversión y amigos. 

 

Retrato del joven Charles en 1830

 

Ni la medicina ni la teología consiguieron acaparar su atención. Puede parecer que el joven Darwin estaba perdido y que nada despertaba su interés, pero en realidad no era así. Era un apasionado de la caza y de coleccionar escarabajos, que guardaba en cajas entomológicas. Y aunque su paso por Cambridge pueda parecer una pérdida de tiempo, fue en realidad el origen de todo. Aunque, como dijimos, la teología y la filosofía le hacían los días más largos, decidió ir a algunas ponencias científicas de la universidad y descubrió que le apasionaban. Llegó a conocer a importantes científicos que le introdujeron en el mundo del naturalismo, la geología, la botánica… 

Con el que más amistad hizo fue con el botánico y geólogo John Steves Henslow, el hombre gracias al cual comenzaría la mayor aventura de su vida. En 1831, cuando Darwin consiguió terminar sus estudios en Cambridge, Henslow aprovechó la ocasión para proponerle algo: un viaje a bordo del bergantín HMS Beagle junto al capitán de barco Robert Fitzroy para estudiar los territorios de la Patagonia y la Tierra del fuego, las costas de Perú y Chile y lo que sería el territorio más importante para la carrera del joven Charles, las islas del Pacífico. Nuestro joven científico no tuvo que pensarse mucho la respuesta. 

Robert Darwin, el padre de Charles, se negó a que su hijo participase en el proyecto, pero Josiah Wedgwood, su tío, medió entre ambos y consiguió convencer a Robert. 

 

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El navío HMS Beagle

 

Y así comenzó, a sus 22 años, la aventura del que sería, sin saberlo, uno de los naturalistas más importantes del mundo. La aventura duró de 1831 a 1836 y fue en 1835 cuando Darwin pisó suelo isleño de Galápagos. El archipiélago está formado por un conjunto de 20 islas llamadas originalmente las Islas Encantadas.  

Su estancia en la zona duraría cinco semanas y se quedó impresionado con la fauna del lugar: tortugas gigantes, pinzones, sinsontes, iguanas marinas… Observó que en las diferentes islas que formaban el archipiélago de Galápagos, la fauna cambiaba de una a otra. Apreció, por ejemplo, que, dependiendo de la isla, la forma del pico de los pinzones era diferente. Esta observación desembocaría más tarde, en 1859, en su teoría sobre la selección natural y la evolución que explicó en su libro que publicado dos décadas después de su viaje y que llamaría “El origen de las especies”.  

 

charls darwin

 

Darwin escribió acerca de esta isla que “la mayor parte de los seres que en ella viven son aborígenes y no se encuentran en ninguna otra parte”. Fueron muchas las anotaciones y dibujos que apuntó durante su estancia en Galápagos. Pero fue a su vuelta cuando dedicó su vida a analizarlos y a crear su famoso libro. Darwin no viajó nunca más ni volvió a vivir una aventura como la que vivió a bordo del Beagle; fue su único gran viaje, pero bastaría para marcar tanto su vida como la historia de la humanidad. 

 

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Estatua de Darwin en el Museo de Historia Natural de Londres

 

El joven Charles Darwin no vivió la época de los grandes descubrimientos, pero vivió la época posterior, la de entenderlos y analizarlos.  

Si te gusta la historia y conocer a través de ella a los protagonistas que vivieron grandes aventuras, la serie «Historia de Aventureros» es para ti. La entrega anterior a esta fue sobre el gran Roy Chapman, el señor de los dinosaurios. Léela y déjate atrapar por la aventura.

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2 comentarios en “Historias de Aventureros (III): Charles Darwin y el único gran viaje”

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